jueves, enero 26, 2006

Formación del control de la conducta por la palabra y perturbaciones en los estados patológicos del cerebro. (II)

Hemos dicho en la entrada anterior la vinculación que existe entre la función reguladora de la palabra y la función nominativa.
Desarrollo de la función nominativa en el lenguaje pasivo.
M.M.Koltsova estudió el proceso de formación de la función nominativa de la palabra, mediante el cual un niño dirigía la mirada hacia el objeto que se le nombraba. descubrir las condiciones necesarias para que el niño comprendiera el significado de la palabra y la relacionara con el objeto o la acción necesaria.
Los datos mostraron que en las primeras etapas de la vida, el niño asimila la referencia objetal de la palabra sólo cuando a) se encuentra en una determinada posición, p.ej., acostado,b) o si la palabra es dicha por un sujeto determinado, p.ej., la madre, c) si se acompaña por un gesto determinado, d) si se pronuncia con una entonación determinada. El orden de las cuatro condiciones indicadas, a-b-c-d, expresa el orden de desaparición de esas condiciones como requisito para la comprensión de la palabra. Esto quiere decir que aunque la posición, requisito a), sea ya indiferente para comprender la referencia objetal de una palabra, son necesarias las otras tres condiciones b-c-d, etc. El lenguaje sumamente afectivo, cargado de inflexiones y cariño, se mantiene hasta el final de esta etapa, como requisito general, hacia el final del segundo año de edad.
Si una sola de esas condiciones faltaba, la palabra perdía su referencia objetal y el
niño no reaccionaba ante ella. Si todas esas condiciones estaban presentes, el niño dirigía la mirada hacia el objeto y trataba de alcanzarlo.
Así, por ejemplo, un niño de 6-7 meses, estando acostado, al oir la voz de su madre que nombraba determinado objeto, reaccionaba ante ella y dirigía la mirada al objeto correspondiente; pero era suficiente cambiarlo de posición ( por ejemplo, sentarlo) para que la palabra perdiera su significado y la reacción ante ella no se produjera.
En la siguiente etapa de desarrollo, la posición en que se encuentra el niño ya no es esencial para la conservación de la referencia objetal de la palabra, pero sí el hecho de quién pronuncia la palabra, con qué voz la dice y con qué gesto la acompaña. Por ejemplo, si la palabra gatito era pronunciada por la madre, el niño dirigía sus ojos hacia él, pero si la pronunciaba el padre el niño no reaccionaba de la forma correspondiente.
En las siguientes etapas del desarrollo el hecho de quién pronuncie la palabra deja de tener una influencia decisiva, pero el niño conserva la referencia objetal de la palabra sólo en el caso de que la palabra se acompañe del gesto indicador correspondiente o si está incluída en una situación práctica y en particular, en el juego. Por lo tanto, en esta etapa la palabra aún no se ha separado del gesto o de la acción acompañantes, y éstos continúan siendo una característica inseparable de la palabra percibida. Sólo aproximadamente, hacia la mitad o hacia el final del segundo año de edad la palabra se emancipa completamente de estas condiciones accesorias y adquiere su referencia objetal permanente.Entonces el niño comienza a reaccionar selectivamente al objeto nombrado, independiente de si la palabra se acompaña o no de gestos indicadores, acciones,etc.
Vd. puede hacer las observaciones necesarias y comprobar bajo qué requisitos se produce una mejor comprensión del significado de la palabra y cuándo reacciona el niño ante el objeto designado.
Desarrollo de la función nominativa en el lenguaje activo.
Es sabido que el desarrollo del lenguaje activo se retrasa algo con respecto al pasivo. el niño comienza a comprender el lenguaje antes que a utilizar palabras. Sin embargo el camino que sigue la referencia objetal de las palabras en el desarrollo del lenguaje activo es semejante al de la lengua pasiva, es decir al de la comprensión del lenguaje.
(Ver en este blog el caso de los gemelos G y la adquisición de las oraciones interrogativas en español)
Perturbación del papel regulador de la palabra por conflictos con las condiciones externas.
Edad: 1 año 2 meses - 1 año 4 meses
Prueba 1.
Se coloca delante del niño un objeto, por ejemplo un pececillo, y le pedimos que nos lo dé. El niño debe realizar a esta edad esta acción sin especial dificultad.
Prueba 2
Seguidamente en la misma situación le proponemos que nos dé un perro (delante suya está el pececillo; no hay ningún perro). El niño debe expresar su perplejidad y mirar a su alrededor tratando de encontrar el objeto nombrado. Anótese la reacción del niño.
Edad: 1 año 4 meses - 1 año 6 meses
Prueba 3
Colocamos delante del niño dos objetos, colocando uno de ellos, p.ej., el perro, algo alejado de él, y a mitad del camino que el niño debe recorrer para alcanzar el pececillo, colocamos, el segundo objeto, más llamativo, p.ej., un gato de vivos colores.
El niño debe ser capaz de entregarnos el perro, conservando el papel regulador de la instrucción, aunque en el camino hacia el perro se haya visto sometido a un estímulo visual, el del gato de vivos colores, y haya tenido que inhibir una conducta posible provocada por el reflejo de orientación.
Si esta prueba se la proponemos a un niño de menos edad, p.ej., 1 año - 2 meses, cuando le pedimos que nos traiga el perro, la palabra perro, provocará un reflejo de orientación hacia el perro, y mirará hacia él, pero su mano que se dirige hacia el perro se detendrá a mitad de camino y se orientará hacia el gato. La función reguladora de la palabra se conservará sólo hasta que entre en conflicto con las condiciones de la situación externa.
Este tipo de conflictos entre instrucciones verbales y condiciones externas puede dar la clave para interpretar ciertas conductas aprentemente inexplicables, como que un niño autista deje por completo de atender a nuestros requerimientos, dándonos incluso la impresión de que no nos oye en absoluto, sin ser sordo. Y en otro momento sí que atiende.
Ese "doble comportamiento" , aparentemente contradictorio, del niño, puede causar perplejidad al adulto. El análisis de la situación que rodea al niño, el carácter de la actividad que está ejecutando, o si ya ha iniciado y está inmerso en determinada acción, si el niño nos tiene dentro de su campo visual en el momento que le hablamos o no, son algunas de las claves que pueden ayudarnos a entender su conducta.
Perturbación del papel regulador de la palabra por conflictos con el estado interno del propio niño.
Edad: 1 año - 1 año 2 meses
Prueba 4
Se coloca delante del niño dos objetos, uno junto al otro, un perrito y un caballito, de similares dimensiones y colorido.
Le pedimos al niño que nos dé el perrito. Debe hacerlo sin dificultad. Repetimos ésto 3 o 4 veces más. Ahora, sin cambiar el tono de voz, le pedimos que nos de el caballito. A pesar de que el significado de esa palabra es bien conocido por el niño, la inercia de las conexiones suscitadas por la primera palabra, reiteradas en la instruccion anterior 4 o 5 veces, hace que en muchos casos el niño dará de nuevo el perrito al experimentador.
Edad: 1 año - 6 meses 2 años
Prueba 5
Se le pide a un niño de 1 año- 6 meses que dé palmadas o que le dé la mano al experimentador. Debe hacerlo sin dificultad.
Si se manda a un niño que se quite los zapatos mientras se los está poniendo, o se le pide que ensarte unos anillos en un palo mientras que los está sacando, no se podrá alterar su acción ya iniciada; por el contrario, sólo se conseguirá que intensifique la acción de sacar los que aún quedan.
La acción del niño es predominante. el lenguaje del adulto puede servir para iniciar la acción del niño, pero no puede inhibir la acción del niño ya comenzada, y todavía menos hacer que pase de una actividad a otra.
( En las próximas entradas se completará la escala, ejercicios y bibliografía)

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