domingo, mayo 07, 2006

Autismo y "monólogos interminables que no interesan a nadie".

"Los autistas más capaces tienen monólogos interminables sobre temas que no interesan lo más mínimo a sus interlocutores". ( pág 18, de la numeración del texto del artículo) (1)
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Esta frase extraída del artículo citado, dedicado a hacer una Revisión Crítica de la Teoría de la Mente describe bastante bien la realidad. Pero la describe de un modo sesgado, pues viene a decir, según se deduce del contexto de la frase, que los niños autistas no son capaces de darse cuenta que a su interlocutor no le interesa el monólogo.
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Pero la absoluta falta de interés del adulto por el monólogo del niño ¿es un rasgo de autismo en el adulto? ¿es una carencia de atención compartida? ¿es un detalle que se pasó por alto?
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Creemos que es una consecuencia más de no haber prestado suficiente atención a las manifestaciones ecolálicas como objeto de estudio y como recurso terapéutico.
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Desde este blog defendemos la importancia de prestar atención especial a las diferentes manifestaciones ecolálicas, como corpus de habla que constituye íntegramente el lenguaje del niño y sobre el que se puede actuar.
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¿ Qué podemos hacer con los monólogos interminables ?
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En primer lugar podemos interesarnos por ellos. Si un niño conoce el nombre de determinados dibujitos y de todos sus personajes y le interesan especialmente; o le interesan los dinosaurios, debemos aprender sobre esos personajes o sobre los dinosaurios. Tenemos ahí un tema común que permitirá vías de comunicación.
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Ya hemos dicho en este blog que las emisiones ecolálicas, como reproducción de huellas previas memorizadas, pueden ser de distinta naturaleza. Lo importante es comprender que aunque la emisión ecolálica puede asociarse a un determinado estado mental, siempre hay una causa concreta para cada emisión concreta y que analizar y determinar esas causas, identificándolas en cada momento, puede ayudarnos no sólo a comprender ese fenómeno, sino a servirnos de él como recurso. Ya hemos hablado en este blog del Método del dictado inverso.
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Podemos analizar la causa concreta que provoca una determinada emisión ecolálica en un momento preciso. Sin duda se ha activado un proceso selectivo que ha terminado en la elección de una de entre todas las emisiones posibles.
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Esta activación procederá en ocasiones de la asociación a estímulos externos al niño; otras procederá de estímulos internos, de intenciones voluntarias del niño que buscan satisfacer sus propios deseos.
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Unas emisiones tendrán un carácter reactivo; en otras se emplearán como medios para expresar sus respuestas.
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Durante la lectura, la lectura de determinadas palabras es suficiente para provocar emisiones ecolálicas.
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En unas ocasiones la respuesta ecolálica no provoca el ensimismamiento del niño; en otras sí.
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Generalmente los monólogos pueden reproducir estímulos holísticos, por ejemplo, una película de dibujos animados, aunque nosotros accedemos sólo a la parte audio de la película, a través de las palabras que el niño va repitiendo, pues el niño no puede proyectar las imágenes, salvo en la reproducción mímica de los gestos de los actores. El niño se ensimisma tanto que hace una verdadera representación dramática, de alta fidelidad.
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En segundo lugar podemos aprender a provocar las emisiones ecolálicas. En unos casos podemos provocar apariciones reactivas. Puede bastar dirigirnos a otra persona distinta del
niño que esté cerca de él, y repetir una misma palabra. El niño puede, si escucha varias veces esa palabra, asociarla a alguna canción o película que la contenga; y esto provocar una emisión.
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En otras, podemos pedirle directamente que reproduzca una canción o película, o un cuento.
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En tercer lugar, podemos pedirle que nos diga detalles físicos de los objetos, de los personajes, de las acciones, de las escenas que el niño está viendo virtualmente; así lo obligamos a que adopte un papel crítico, separando su conciencia del contenido de su conciencia. Esto es lo fundamental. Tratar de separar su conciencia del contenido de su conciencia. Elevar su conciencia a que pueda tomarla como objeto. Podemos preguntarle cómo va vestido Peter Pan; qué le ha dicho el Capitán Garfio a Peter Pan; que no le hemos oído, que repita, por favor, lo último que ha dicho; dónde está ahora el marinero...
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En cuarto lugar, podemos negar lo que el niño nos dice: No, Peter Pan no ha dicho " Vamos a la isla", ha dicho: "Yo quiero tomár café"... Esto provoca fuertes reflejos de orientación; el niño se ve obligado a emplear el estilo indirecto; primero quizás sólo repita "Vamos a la isla"; si le seguimos estimulando, diciéndole: No, ha dicho "Yo quiero tomar café", y le enseñamos a que diga: No, no ha dicho yo quiero tomar café, ha dicho vamos a la isla, etcétera; si esto lo hacemos metódicamente, el niño comienza a reflexionar y a oponer su criterio al ajeno, surgiendo así muchos ejercicios que fomentan la aparición de la voluntad consciente.
Dada la diversidad de niños afectados por trastornos del espectro autista, la diversa gravedad de sus síntomas, las edades concretas, y el estadio de evolución de sus síndromes, la aplicación de estos ejercicios han de adaptarse a cada niño concreto, pero en ningún caso debe perderse de vista que en los niños que tengan emisiones ecolálicas o que previsiblemente las van a producir en un estadio posterior de la evolución de su síndrome, es posible suministrar material audiovisual o de otra naturaleza que pueda ser memorizado, para ser posteriormente reproducido por el propio niño, y ser utilizado como recurso para el desarrollo del lenguaje, elevar el grado de conciencia del niño y su voluntad consciente. Tampoco debe olvidarse que la excelente memoria de estos niños es un potencial excelente para enseñarles multitud de cosas.
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(1)
La “teoría de la mente” y el autismo infantil: una revisión crítica
M. A. BARBOLLA* y D. A. GARcíA VILLAMISAR**

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